10 de septiembre de 2013 | By: Leonardo García.

Pablo Neruda

“…No, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano”.


Pablo Neruda
(1904 - 1973)



Las Manos del Día

II
El Vacío



Y cómo se hace el Mar?
Yo no hice el mar:
lo encontré con sus salvajes
Oficinas,
lo hallé dispuesto a todo,
crepitante,
pacifico,
atlántico de plomo,
mediterráneo
teñido de anilina,
todo era blanco y hondo,
hirviente y permanente,
tenía olas, ovarios,
naves muertas,
latía
su organismo.

Lo medí entre las rocas
de la tierra asombrada
y dije, no lo hice,
no lo hice yo, ni nadie:
en ese nadie soy
un sirviente inservible,
como un molusco roto
por los dientes del mar.
No hice la sal dispersa
ni el viento coronado
por la racha que rompe la blancura
no, no hice la luz del agua ni el beso que estremece
la nave con sus labios de batalla,
ni las demoliciones de arena,
ni el movimiento que envolvió en silencio
a las ballenas y sus procreaciones.

Yo fui alejado
de estos infinitos:
ni un solo dedo de mis semejantes
tembló en el agua urgiendo la existencia
y vine a ser testigo
de la más tempestuosa soledad
sin más que ojos vacíos
que se llenaron de olas
Y que se cerrarán
en el vacío.



IV
Las Manos Negativa


Cuándo me vio ninguno
cortando tallos, aventando el trigo?
Quién soy, si no hice nada?
Cualquiera, hijo de Juan,
tocó caer algo
que entró como la llave
entra en la cerradura
y la tierra se abrió de par en par.

Yo no, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano,
me despreció la grasa de las ruedas,
el barro inseparable de las costumbres
    claras
se fue a habitar sin mí las provincias
     silvestres:
la agricultura nunca se ocupó de mis libros
y sin tener qué hacer, perdido en las bodegas,
reconcentré mis pobres preocupaciones
hasta que no viví sino en las despedidas.

Adiós dije al aceite, sin conocer la oliva,
y al tonel, un milagro de la naturaleza,
dije también adiós porque no comprendía
cómo se hicieron tantas cosas sobre la tierra
sin el consentimiento de mis manos inútiles.



II
El Culpable


Me declaro culpable de no haber
hecho, con estas manos que me dieron,
una escoba.

Por qué no hice una escoba?

Por qué me dieron manos?

Para qué me sirvieron
si sólo vi el rumor del cereal,
si sólo tuve oídos para el viento
y no recogí el hilo
de la escoba,
verde aún en la tierra,
y no puse a secar los tallos tiernos
y no los pude unir
en un haz áureo
y no junté una caña de madera
a la falda amarilla
hasta dar una escoba a los caminos?

Así fue:
No sé cómo
se me pasó la vida
sin aprender, sin ver,
sin recoger y unir
Los elementos.

En esta hora no niego
que tuve tiempo,
tiempo,
pero no tuve manos
y así, cómo podía
aspirar con razón a la grandeza
si nunca fui capaz
hacer
una escoba,
una sola,
una?


Pablo Neruda / Documental


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