“…No, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano”.
Pablo
Neruda
Las
Manos del Día
II
El Vacío
Y cómo se hace el
Mar?
Yo no hice el mar:
lo encontré con sus
salvajes
Oficinas,
lo hallé dispuesto a
todo,
crepitante,
pacifico,
atlántico de plomo,
mediterráneo
teñido de anilina,
todo era blanco y
hondo,
hirviente y
permanente,
tenía olas, ovarios,
naves muertas,
latía
su organismo.
Lo medí entre las
rocas
de la tierra
asombrada
y dije, no lo hice,
no lo hice yo, ni
nadie:
en ese nadie soy
un sirviente
inservible,
como un molusco roto
por los dientes del
mar.
No hice la sal
dispersa
ni el viento
coronado
por la racha que
rompe la blancura
no, no hice la luz
del agua ni el beso que estremece
la nave con sus
labios de batalla,
ni las demoliciones
de arena,
ni el movimiento que
envolvió en silencio
a las ballenas y sus
procreaciones.
Yo fui alejado
de estos infinitos:
ni un solo dedo de
mis semejantes
tembló en el agua
urgiendo la existencia
y vine a ser testigo
de la más
tempestuosa soledad
sin más que ojos
vacíos
que se llenaron de
olas
Y que se cerrarán
en el vacío.
IV
Las Manos Negativa
Cuándo me vio ninguno
cortando tallos, aventando el trigo?
Quién soy, si no hice nada?
Cualquiera, hijo de Juan,
tocó caer algo
que entró como la llave
entra en la cerradura
y la tierra se abrió de par en par.
Yo no, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano,
me despreció la grasa de las ruedas,
el barro inseparable de las costumbres
claras
se fue a habitar sin mí las provincias
silvestres:
la agricultura nunca se ocupó de mis libros
y sin tener qué hacer, perdido en las bodegas,
reconcentré mis pobres preocupaciones
hasta que no viví sino en las despedidas.
Adiós dije al aceite, sin conocer la oliva,
y al tonel, un milagro de la naturaleza,
dije también adiós porque no comprendía
cómo se hicieron tantas cosas sobre la tierra
sin el consentimiento de mis manos inútiles.
II
El Culpable
Me declaro culpable de no haber
hecho, con estas manos que me dieron,
una escoba.
Por qué no hice una escoba?
Por qué me dieron manos?
Para qué me sirvieron
si sólo vi el rumor del cereal,
si sólo tuve oídos para el viento
y no recogí el hilo
de la escoba,
verde aún en la tierra,
y no puse a secar los tallos tiernos
y no los pude unir
en un haz áureo
y no junté una caña de madera
a la falda amarilla
hasta dar una escoba a los caminos?
Así fue:
No sé cómo
se me pasó la vida
sin aprender, sin ver,
sin recoger y unir
Los elementos.
En esta hora no niego
que tuve tiempo,
tiempo,
pero no tuve manos
y así, cómo podía
aspirar con razón a la grandeza
si nunca fui capaz
hacer
una escoba,
una sola,
una?
Pablo Neruda / Documental
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