“Pobre de aquellos que no ubicaron la cerradura,
los que ni siquiera sabían que había una llave,
ellos, jamás vieron un espejo, era lo absurdo
pues no tenían un rostro que ver”.
Diana Arguinzones
Diana
Arguinzones
(Caracas,
1991)
Diana Arguinzones
(Caracas, 1991) Artista Gráfica y escritora.
Estudiante de Letras
de la UCV, entregada al Arte Pictórico
y a la música
alternativa.
Textos
Poéticos
El
Bombardero Gris de la Pólvora
Lo único que me pertenece a parte de mi inaguantable torrente de cosas
por pensar, decir y hacer. El Arte es mi casa, mi vida y mi ciego y frenético
romance perenne. Lo pictórico, lo artesanal y lo escrito me ha sanado y ha sido
lo más leal que he tenido desde que tengo uso de razón. La imaginación y las
ideas siempre están aunque el mundo esté en pedazos girando en el terrible,
efímero y bombardero gris de la pólvora.
¿Abandonar
el arte?
Pinto.
Me duele la muñeca.
Pinto y escribo.
No aguanto el dolor de la mano izquierda.
Tecleo.
Empiezo a llorar mientras escucho,
esa canción no feliz;
sé que no es triste,
pero marca en mí,
una huella rasgada como la de mi muñeca.
Abandonar.
No es la primera vez que,
No es, no es.
¿Es la segunda quizá?
Para mí el arte es mi vida
y yo lo he querido abandonar.
Pinto. Nadie entiende.
Me duele la muñeca.
Esbozo con estilográfico una línea,
No soporto ya,
el dolor de la mano derecha.
En mi mente sigue incrustada en el muro,
allí donde la dejé hace 9 minutos.
Pinto y me duele.
Pinto y sana mi mente.
El cuerpo no importa ya.
¿Abandono el arte?
Si tiene sentido este pictórico respirar,
cuando de tregua el dolor,
el latir de mis muñecas,
seguiré pintando,
como opción de no abandonar
la vida.
Al menos un trazo más por hoy.
Somos
la luz más tenue
Tengo un nuevo rostro, un nuevo demonio. La llave maestra,
la que sabe abrir las puertas y la que me ha hecho escapar en cada agónica
situación.
El nuevo demonio
se une a los otros con la sublime potencia de la orquesta, me toca una sensual
melodía, me toca el alma y el cuerpo. Solo hay algo que puede hacerme recordar
lo que estoy viviendo y eso se le puede llamar como a la luz de los tiempos
antiguos: Renacimiento. Me visto con la luz de la humanidad y aún no conozco el
desengaño, solo el encanto. La sombría pocilga de donde salen los poemas no se
divisa ni en los sueños porque el exceso de luz ha borrado las siluetas, las
letras, con la destructora iluminación que quiere desaparecer hasta el esbozo
corpóreo que aún no se manifiesta.
Tengo un rostro
nuevo con el que juego como se me antoja... lo acaricio de la frente a las
mejillas con el dorso de mi mano, temo besar su boca porque quizá el fuego de
mi espíritu desfigure su sonrisa inocente. Soy un monstruo al querer poseerle
con la furia de un animal mitológico. Siento furia al detenerme, al detener mi
propia esencia para no raptar el rostro, su cuello, su cuerpo y todo lo que lo
conecte a la humanidad. Siento que si lo hago lo privaré de probar la luz pero
si no secuestro su existencia y la enredo a la mía la luz puede borrar su
existir. Miento... el juego que manejo a mi antojo no existe, quiero besar y no
puedo. Corro la cortina en la noche para absorber el aire lunar y el único
rostro que puedo palpar es uno horroroso y desfigurado que me asusta de repente
al tocar la ventana y despejar su vestidura.
El rostro se
me va, me he dado cuenta que ha sido un producto pero no sé si ha sido
plenamente ilusorio. Siento que un ente dentro de mí quiere desmoronarse, no
soy yo, mi cuerpo está perplejo, no sé qué es esto que siento.
Mi demonio
actual se burla de lo que he vivido y quiere manejarme a su antojo, sí, a mí.
Soy tu blasfemia, esta revelación no es apta para tu millonaria religión, la
sinceridad es una invaluable secta que posee los más sacrificados adeptos,
exiliados y obligados a sentir el dolor de la verdad desde adentro y la
recepción de aquellos a los que afecta. Todos, principalmente los afectados,
hemos tenido un rostro y un demonio pero no todos han tenido la llave.
Pobre de
aquellos que ni siquiera pudieron encontrar la cerradura pues no encontraron la
mitad del camino, la que los separaba de la revelación. Pobre de aquellos que
no ubicaron la cerradura, los que ni siquiera sabían que había una llave,
ellos, jamás vieron un espejo, era lo absurdo pues no tenían un rostro que ver.
Pain-t
Cierra los ojos y sigue
la lágrima que corre libremente,
detenla en tus manos y dile
que se quede,
que con polvos de acuarela de mezcle...
... Porque el dolor oprime,
porque el dolor es otro ser,
porque solos somos duros,
y la tinta también sabe llorar.
Abre los ojos y ríe,
no te obligues a ninguna razón,
somos frascos esperando en suspenso
el sabor, el olor y el
color.
Ojos de Infierno
Así conocí nuevamente el amor: Estaba pensando en que todo valía mierda y fue cuando mi entrega a la desidia existencial se aprovechó de mí. Vi esos ojos, los que se encontraron conmigo entre la multitud, en la locura del sonido perdido que absorbía mis ideas. Seas quien seas, ojos de infierno. Gracias.