“Tú no
tienes un rostro para darme
encontraste
la trampa
después
de la caída del cordero
Un
abismo se levanta ante ti
un golpe
de aguas más arriba
anunciará
tu muerte"
Alejandro Ponce
(Manzanillo, 1974)
Tribulaciones
en otoño y un puente
sobre las
aguas
(José
Lezama Lima)
para
Manolo García V.
—escuchando
a Simon & Garfunkel—
Ya no
serás sino la superficie turbulenta
donde ni
siquiera advierto
las
señales dejadas por el insomnio
No serás
lo que por sospecha se oculta
en el
trayecto tambaleante de mi existencia
Desde mí
sólo intento conversar
hacia el
otro lado de los riscos
y me
responden con una gritería atroz
con un
sobresalto
y un
deseo huidizo que no sé esconder
En
medio de las aguas congeladas o hirvientes*
yo te
busco
Aquí
pudiera parecernos más amable
pero soy
el proscrito el condenado que atraviesa
noche a
noche el trunco maderamen
los
mansos tablones sucesivamente ordenados
para el
paso de los reyes sin trono del domingo
jamás de
jueves pasando al mediodía
cuando a
lo lejos veo venir los camelleros
con su
sed de vísceras
y su
contrabando de vergüenza y piedras pulidas
Quisieras
pero se hace inútil
Tú no
tienes un rostro para darme
encontraste
la trampa
después
de la caída del cordero
Un
abismo se levanta ante ti
un golpe
de aguas más arriba
anunciará
tu muerte
un
abismo es la certeza de que alguien espera
Al otro
lado entre el humo y las luces de neón
te están
esperando
te
llaman desde el hogar de la memoria
desde
este lado de los riscos te llamo
eres el
fragmento el silencio impedido
la
gritería
A este
vacío en la palabra pregunto:
¿Por qué
no dejas pasar rumbo a ninguna parte
mi
abandono?
Te he
sobornado con la promesa
de que
en tu noche
—no
importan el cómo ni el
cuándo—
atravesará
tus dominados senderos
acompañando
al fantasma de un tal Mazzantini
el
indecible escualo
(monstruo
preferido de Lautréamont)
con las
fauces abiertas
—no me
culpes hasta que puedas descubrir
la
silueta del marinero
grabada
indeleble en las pupilas del pez
cuando
emerge del animal
su lomo
plateado entre la espuma—
Con
promesas como estas te he sobornado
y
también con una caravana de plañideras
camino
al Gólgota
para
acabar con la paciencia
de no sé
qué velatorio
Yo
compro tu libertad
te
condeno a ser un puente en ese párpado
que
resume desde los acantilados
los
gritos de la noche
cual
estruendo de escombros y música
cayendo
imperturbable
sobre
las arboladuras de mis navíos
Yo te
compro con la agonía y el pánico
que es
juntar dos orillas
y con el
destino de tus sombras
—encajadas en el agua— más perversas.
—encajadas en el agua— más perversas.
* José Lezama Lima
Nota:
Texto Extraído del libro "Las Calmas Aparentes".
Portada del libro: Las Calmas Aparentes |