"Era el alba,
cuando las gotas de sangre en el olmo
exhalaban tristísima luz"
José María Eguren Poeta,
fotógrafo y pintor. Nacido en Lima (Perú) el 7 de julio de 1874. Hijo de José
María Eguren y Cáceda y Doña Eulalia Rodríguez Hercelles. En 1911 publica su
primer libro titulado “Simbólicas”.
En el año 1916 al llegar por primera vez a Lima, César Vallejo va a visitar a
Eguren a Barranco. El 30 de marzo publica en Trujillo su entrevista con Eguren
en el número 2 de la Revista La Semana. Entre sus Obras más destacas figuran: Simbólicas, (1911); La Canción de las figuras, (1916); Sombra, (1920); y Visiones de Enero.
Entre otros textos que iré publicando en su debido tiempo.
José María Eguren
OBRA POÉTICA
A la memoria
de mi querido hermano
Jorge Luis Eguren
Simbólicas 1911
Era el alba,
cuando las gotas de
sangre en el olmo
exhalaban tristísima
luz.
Los amores
de la chinesca tarde
fenecieron
nublados en la música
azul.
Vagan rosas
ocultas en sueños
blanquecinos,
señales de muriente
dolor.
Y tus ojos
el fantasma de la
noche olvidaron,
abiertos a la joven
canción.
Es el alba;
hay una sangre
bermeja en el olmo,
y un rencor doliente
en el jardín.
Gime el bosque,
y en la bruma hay
rostros desconocidos
que contemplan al
árbol morir.
Y soñé, de un templete bajaban
dos dulces bellezas
matinales;
y oí melancólicas
hablaban
de las nobles dichas
forestales.
Las vi en el blasón
de la poterna
azulinas y casi
borradas
despierto años
después, la cisterna
las mecía medio
retratadas.
Y al fin las divisé
lastimosas
por los caminos y
por las abras;
y hablaban las
medias melodiosas;
pero no se oían sus
palabras.
Así, su memoria me
traía
las baladas de Mendelssonhn
claras;
pero ni Beethoven
poseía
la tristísima luz de
esas caras.
Obra en acuarela de Eguren, titulada: "Fantasmagoría" |
La Dama I
La dama I, vagarosa
en la niebla del
lago,
canta las finas
trovas.
Va en su góndola
encantada
de papel a la misa
verde de la mañana.
Y en su ruta va
cogiendo
las dormidas Umbelas
y los papiros
muertos.
Los sueños rubios de
aromas
despiertan
blandamente
su sardana en las
hojas
Y parte dulce,
adormida
a la borrosa iglesia
de la luz amarilla.
Los Reyes rojos
Desde la aurora
combaten dos reyes
rojos,
con lanza de oro.
Por verde bosque
y en los purpurinos
cerros
vibra su ceño.
Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Por la luz cadmio,
airada se ven
pequeñas
sus formas negras.
Viene la noche
y firmes combaten
foscos
los reyes rojos.
Las Torres
Bruna lejanía…;
batallan las torres
presentando
siluetas enormes.
Áureas lejanías…;
las torres monarcas
se confunden
en sus iras llamas.
Roja lejanía…;
se hieren las
torres;
purpurados
se oyen sus
clamores.
Negras lejanías…;
horas cenicientas
se obscurecen
¡Ay, las torres
muertas!
Syhna la blanca
De sangre celeste
syhna la blanca,
sueña triste
en la torre de
ámbar.
Y sotas de copas
verdelistadas
un obscuro
vino le preparan.
Sueños azulean
la bruma laca;
mundos rojos
cierran la ventana.
El silencio cunde,
las elfas vagan;
huye luego
la mansión cerrada.
La Canción de las figuras 1916
La Niña de la lámpara azul
En el pasadizo
nebuloso
su perfil presenta
destelloso
la niña de la
lámpara azul.
Ágil y risueña se
insinúa,
y su llama reductora
brilla,
tiembla en su
cabello la garúa
de la playa de la
maravilla.
Con voz infantil y
melodiosa
en fresco aroma de
abedul,
habla de una vida
milagrosa
la niña de la
lámpara azul.
Con cálidos ojos de
dulzura
y besos de amor
matutino,
me ofrece la bella
criatura
un mágico y celeste
camino.
De encantación en un
derroche,
hiende leda,
vaporoso tul;
y me guía a través
de la noche
la niña de la
lámpara azul.
La Sangre
El mustio peregrino
vio en el monte una
huella de sangre;
la sigue pensativo
en los recuerdos
claros de su tarde.
El triste, paso a
paso,
la ve en la ciudad
dormida, blanca
junto a los
cadalsos,
y a morir de ciegas
atalayas.
El curvo peregrino
transita por bosque
adorantes
y los reinos
malditos;
y siempre mira las
rojas señales.
Abrumado le mueven
tempestades y luna
pontinas,
más, allí,
transparentes
y dolorosas las
huellas titilan.
Y salva estremecido
las región de las
nieves sagradas;
no vislumbra al
herido,
sólo las huellas que
nunca se acaban.
Sombra.
La Muerta de Marfil
Contemplé, en la
mañana,
la tumba de una
niña;
en el sauce lloroso
gemía tramontana,
desolando la amena,
brilladora campiña.
Desde el túmulo
frío, de verdes oquedades,
volaba el
pensamiento
hacia la núbil áurea.
Bella de otras edades,
ceñida de contento.
Al ver obscuras
flores,
libélulas moradas
junto a las losas abiertas,
pensé en el jardín
claro, en el jardín de amores,
de la beldad
despierta.
Como sombría nube,
al ver la tumba rara,
de un fluvión
mortecino en la arena y el hielo,
pensé en la rubia
aurora de juventud que amara
la niña, flor de
cielo.
Por el lloroso
sauce, lilial música de ella,
modula el aura sola
en el panteón de olvido.
murió canora y
bella;
y están sus restos
blancos
como el marfil
pulido.
Obra poética "Motivos" José María Eguren Editorial Ayacucho |
Nota:
Los textos fueron extraídos de la antología poética "Motivos" de la colección clásica, Editorial Ayacucho, Venezuela. a continuación un documental sobre el poeta "José María Eguren".
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