1 de julio de 2012 | By: Leonardo García.

José María Eguren


"Era el alba,
 cuando las gotas de sangre en el olmo
 exhalaban tristísima luz"


José María Eguren Poeta, fotógrafo y pintor. Nacido en Lima (Perú) el 7 de julio de 1874. Hijo de José María Eguren y Cáceda y Doña Eulalia Rodríguez Hercelles. En 1911 publica su primer libro titulado “Simbólicas”. En el año 1916 al llegar por primera vez a Lima, César Vallejo va a visitar a Eguren a Barranco. El 30 de marzo publica en Trujillo su entrevista con Eguren en el número 2 de la Revista La Semana. Entre sus Obras más destacas figuran: Simbólicas, (1911); La Canción de las figuras, (1916); Sombra, (1920); y Visiones de Enero. Entre otros textos que iré publicando en su debido tiempo.






José María Eguren

OBRA POÉTICA


A la memoria
de mi querido hermano
Jorge Luis Eguren




Simbólicas 1911



Era el alba,
cuando las gotas de sangre en el olmo
exhalaban tristísima luz.

Los amores
de la chinesca tarde fenecieron
nublados en la música azul.

Vagan rosas
ocultas en sueños blanquecinos,
señales de muriente dolor.

Y tus ojos
el fantasma de la noche olvidaron,
abiertos a la joven canción.

Es el alba;
hay una sangre bermeja en el olmo,
y un rencor doliente en el jardín.

Gime el bosque,
y en la bruma hay rostros desconocidos
que contemplan al árbol morir.


Y soñé, de un templete bajaban
dos dulces bellezas matinales;
y oí melancólicas hablaban
de las nobles dichas forestales.
Las vi en el blasón de la poterna
azulinas y casi borradas
despierto años después, la cisterna
las mecía medio retratadas.
Y al fin las divisé lastimosas
por los caminos y por las abras;
y hablaban las medias melodiosas;
pero no se oían sus palabras.
Así, su memoria me traía
las baladas de Mendelssonhn claras;
pero ni Beethoven poseía
la tristísima luz de esas caras.

Obra en acuarela de Eguren, titulada: "Fantasmagoría"
La Dama I

La dama I, vagarosa
en la niebla del lago,
canta las finas trovas.

Va en su góndola encantada
de papel a la misa
verde de la mañana.

Y en su ruta va cogiendo
las dormidas Umbelas
y los papiros muertos.

Los sueños rubios de aromas
despiertan blandamente
su sardana en las hojas

Y parte dulce, adormida
a la borrosa iglesia
de la luz amarilla.


Los Reyes rojos

Desde la aurora
combaten dos reyes rojos,
con lanza de oro.

Por verde bosque
y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.

Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.

Por la luz cadmio,
airada se ven pequeñas
sus formas negras.

Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.


Las Torres

Bruna lejanía…;
batallan las torres
presentando
siluetas enormes.

Áureas lejanías…;
las torres monarcas
se confunden
en sus iras llamas.

Roja lejanía…;
se hieren las torres;
purpurados
se oyen sus clamores.

Negras lejanías…;
horas cenicientas
se obscurecen
¡Ay, las torres muertas!


Syhna la blanca


De sangre celeste
syhna la blanca,
sueña triste
en la torre de ámbar.

Y sotas de copas
verdelistadas
un obscuro
vino le preparan.

Sueños azulean
la bruma laca;
mundos rojos
cierran la ventana.

El silencio cunde,
las elfas vagan;
huye luego
la mansión cerrada.


La Canción de las figuras 1916

La Niña de la lámpara azul

En el pasadizo nebuloso
cual mágico sueño de Estambul,
su perfil presenta destelloso
la niña de la lámpara azul.

Ágil y risueña se insinúa,
y su llama reductora brilla,
tiembla en su cabello la garúa
de la playa de la maravilla.

Con voz infantil y melodiosa
en fresco aroma de abedul,
habla de una vida milagrosa
la niña de la lámpara azul.

Con cálidos ojos de dulzura
y besos de amor matutino,
me ofrece la bella criatura
un mágico y celeste camino.

De encantación en un derroche,
hiende leda, vaporoso tul;
y me guía a través de la noche
la niña de la lámpara azul.


La Sangre

El mustio peregrino
vio en el monte una huella de sangre;
la sigue pensativo
en los recuerdos claros de su tarde.

El triste, paso a paso,
la ve en la ciudad dormida, blanca
junto a los cadalsos,
y a morir de ciegas atalayas.

El curvo peregrino
transita por bosque adorantes
y los reinos malditos;
y siempre mira las rojas señales.

Abrumado le mueven
tempestades y luna pontinas,
más, allí, transparentes
y dolorosas las huellas titilan.

Y salva estremecido
las región de las nieves sagradas;
no vislumbra al herido,
sólo las huellas que nunca se acaban.


Sombra.

La Muerta de Marfil


Contemplé, en la mañana,
la tumba de una niña;
en el sauce lloroso gemía tramontana,
desolando la amena, brilladora campiña.
Desde el túmulo frío, de verdes oquedades,
volaba el pensamiento
hacia la núbil áurea. Bella de otras edades,
ceñida de contento.
Al ver obscuras flores,
libélulas moradas junto a las losas abiertas,
pensé en el jardín claro, en el jardín de amores,
de la beldad despierta.
Como sombría nube, al ver la tumba rara,
de un fluvión mortecino en la arena y el hielo,
pensé en la rubia aurora de juventud que amara
la niña, flor de cielo.
Por el lloroso sauce, lilial música de ella,
modula el aura sola en el panteón de olvido.
murió canora y bella;
y están sus restos blancos
como el marfil pulido.

Obra poética "Motivos"
José María Eguren
Editorial Ayacucho


Nota: 
Los textos fueron extraídos de la antología poética "Motivos" de la colección clásica, Editorial Ayacucho, Venezuela. a continuación un documental sobre el poeta "José María Eguren".