18 de septiembre de 2013 | By: Leonardo García.

César Vallejo

“Así pasa la vida, como raro espejismo.
Van al pie de Brahacmánicos elefantes reales,
y al sórdido abejeo de un hervor mercurial…”


César Vallejo
(1892 - 1938)


Los Heraldos Negros


La Copa Negra


La noche es una copa de mal. Un silbo agudo
del guardia la atraviesa, cual vibrante alfiler.
Oye, tú, mujerzuela, ¿cómo, si ya te fuiste,
la onda aún es negra y me hace aún arder?

La tierra tiene borde de féretro en la sombra.
Oye, tú, mujerzuela, no vayas a volver.

Mi carne nada, nada
en la copa de sombra que me hace aún doler;
mi carne nada en ella,
como en un pantanoso corazón de mujer.

Ascua astral… He sentido
secos roces de arcilla
sobre mi loto diáfano caer
Ah, mujer! Por ti existe
la carne hecha de instinto. Ah, mujer!

Por eso  ¡oh, negro cáliz!  aun cuando ya te fuiste,
me ahogo con el polvo,
y piafan en mis carnes más ganas de beber!



Bajo los Álamos


Para José Garrido



Cual hieráticos bardos prisioneros,
los álamos de sangre se han dormido.
Rumian arias de yerba al sol caído,
las greyes de de Belén en los oteros.

El anciano pastor, a los postreros
martirios de la luz, estremecido,
en sus pascuales ojos ha cogido
una casta manada de luceros.

Labrado en orfandad baja el instante
con rumores de entierro, al campo orante
y se otoñan de sombra las esquilas.

Supervive el azul urdido en hierro,
y en él, amortajadas las pupilas,
traza su aullido pastoral un perro.



La voz del espejo


Así pasa la vida, como raro espejismo.
¡La rosa azul que alumbra y da el ser al cardo!
Junto al dogma del fardo
matador, el sofisma del Bien y la Razón!

Se ha cogido, al acaso, lo que rozó la mano;
los perfumes volaron, y entre ellos se ha sentido
el moho que a mitad de la ruta ha crecido
en el manzano seco de la muerta Ilusión.

Así pasa la vida,
con cánticos aleves de agostador bacante.
Yo voy todo azorado, adelante… adelante,
rezongando mi marcha funeral.

Van al pie de Brahacmánicos elefantes reales,
y al sórdido abejeo de un hervor mercurial,
parejas que alzan brindis esculpidos en roca,
y olvidados crepúsculos una cruz en la boca.



Los Heraldos Negros


Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si antes ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de Bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos mandan la muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el destino blasfema.
¡Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llaman una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!


César Vallejo / Documental


10 de septiembre de 2013 | By: Leonardo García.

Pablo Neruda

“…No, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano”.


Pablo Neruda
(1904 - 1973)



Las Manos del Día

II
El Vacío



Y cómo se hace el Mar?
Yo no hice el mar:
lo encontré con sus salvajes
Oficinas,
lo hallé dispuesto a todo,
crepitante,
pacifico,
atlántico de plomo,
mediterráneo
teñido de anilina,
todo era blanco y hondo,
hirviente y permanente,
tenía olas, ovarios,
naves muertas,
latía
su organismo.

Lo medí entre las rocas
de la tierra asombrada
y dije, no lo hice,
no lo hice yo, ni nadie:
en ese nadie soy
un sirviente inservible,
como un molusco roto
por los dientes del mar.
No hice la sal dispersa
ni el viento coronado
por la racha que rompe la blancura
no, no hice la luz del agua ni el beso que estremece
la nave con sus labios de batalla,
ni las demoliciones de arena,
ni el movimiento que envolvió en silencio
a las ballenas y sus procreaciones.

Yo fui alejado
de estos infinitos:
ni un solo dedo de mis semejantes
tembló en el agua urgiendo la existencia
y vine a ser testigo
de la más tempestuosa soledad
sin más que ojos vacíos
que se llenaron de olas
Y que se cerrarán
en el vacío.



IV
Las Manos Negativa


Cuándo me vio ninguno
cortando tallos, aventando el trigo?
Quién soy, si no hice nada?
Cualquiera, hijo de Juan,
tocó caer algo
que entró como la llave
entra en la cerradura
y la tierra se abrió de par en par.

Yo no, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano,
me despreció la grasa de las ruedas,
el barro inseparable de las costumbres
    claras
se fue a habitar sin mí las provincias
     silvestres:
la agricultura nunca se ocupó de mis libros
y sin tener qué hacer, perdido en las bodegas,
reconcentré mis pobres preocupaciones
hasta que no viví sino en las despedidas.

Adiós dije al aceite, sin conocer la oliva,
y al tonel, un milagro de la naturaleza,
dije también adiós porque no comprendía
cómo se hicieron tantas cosas sobre la tierra
sin el consentimiento de mis manos inútiles.



II
El Culpable


Me declaro culpable de no haber
hecho, con estas manos que me dieron,
una escoba.

Por qué no hice una escoba?

Por qué me dieron manos?

Para qué me sirvieron
si sólo vi el rumor del cereal,
si sólo tuve oídos para el viento
y no recogí el hilo
de la escoba,
verde aún en la tierra,
y no puse a secar los tallos tiernos
y no los pude unir
en un haz áureo
y no junté una caña de madera
a la falda amarilla
hasta dar una escoba a los caminos?

Así fue:
No sé cómo
se me pasó la vida
sin aprender, sin ver,
sin recoger y unir
Los elementos.

En esta hora no niego
que tuve tiempo,
tiempo,
pero no tuve manos
y así, cómo podía
aspirar con razón a la grandeza
si nunca fui capaz
hacer
una escoba,
una sola,
una?


Pablo Neruda / Documental


5 de septiembre de 2013 | By: Leonardo García.

Ludovico Silva

Empeñado en mi humanidad
como un obrero
trabajo sobre el yunque
duro, en puños de hierro, en soplete diabólico”.


Ludovico Silva
(1937 - 1988)


Del Libro:
TENEBRA


Entre Dios y el Demonio



Lo Importante


Más difícil que saber sobre las cosas vivas
es aprender hacia dónde va la vida.
¿Adónde irá a parar este amasijo volcánico
esta hervidumbre de cosas que están siendo
y que parece dejan de ser cada solsticio
cuando en aguas del mar calla la luna?
No me importa saber
si esos brazos que están llegando al mar
son de agua, lava, huesos o martirio;
lo importante es saber hacia dónde va la vida.
Todo lo que seamos
y cualquiera que sea nuestra porción de gloria
cabe en la mano enorme del futuro.

Mas si yo crezco a diario
con ramas en el tiempo sumergidas,
¿cómo no amar el agua y sus lentas criaturas,
sus monstruos incesantes, el lomo zodiacal de los meses,
la divertida celeridad de los días,
y los hombres, los hombres,
ese intenso milagro que nunca llega al mar?

Lo importante es saber hacia dónde
y no se puede viajar hacia dónde
si agua, lava, huesos o tristeza
no saben desde cuándo.




Palabras


Las palabras
giran
enloquecidas
anillos de esmeralda
cráneos de piedra
dolor.

Un círculo de fuego es algo
que gira en la conciencia.
un círculo de sangre
es un ojo que vive de la muerte.
Un círculo de oro es lo que brilla
en la mirada de Minerva.

Un círculo de hueso es un vocablo
dentro del gran poema de la Tierra.
¡Girar hasta la muerte,
interminablemente
como una duda en la memoria,
como un místico terremoto!

Veo una tempestad
y el cielo lleno
de demonios.




/ Ludovico Silva /

25 de agosto de 2013 | By: Leonardo García.

De la Servidumbre Moderna

“Mi optimismo está basado en la certeza de
que esta civilización está por derrumbarse.
Mi pesimismo, en todo lo que hace por
arrastrarnos en su caída.”


Jean François Brient
(Paris, 1975)




Capítulo I

DE LA SERVIDUMBRE MODERNA


La servidumbre moderna es una esclavitud voluntaria, consentida por la muchedumbre de esclavos que se arrastran por la faz de la tierra. Ellos mismos compran las mercancías que los esclavizan cada vez más. Ellos mismos procuran un trabajo cada vez más alienante que se les otorga si demuestran estar suficientemente amansados. Ellos mismos eligen los amos a quienes deberán servir. Para que esta tragedia absurda pueda tener lugar, ha sido necesario despojar a esa clase de la conciencia de su explotación y de su alienación. He ahí la extraña modernidad de nuestra época. Al igual que los esclavos de la antigüedad, que los siervos de la Edad Media y que los obreros de las primeras revoluciones industriales, estamos hoy en día frente a una clase totalmente esclavizada, solo que no lo sabe o más bien, no lo quiere saber. Ellos ignoran la rebelión, que debería ser la única reacción legitima de los explotados. Aceptan sin discutir la vida lamentable que se planeó para ellos. La renuncia y la resignación son la fuente de su desgracia.

He ahí la pesadilla de los esclavos modernos que no aspiran sino a ser llevados por la danza macabra del sistema de la alienación.

La opresión se moderniza expandiendo por todas partes las formas de mistificación que permiten ocultar nuestra condición de esclavos. Mostrar la realidad tal como es y no tal como la presenta el poder, constituye la subversión más genuina. Sólo la verdad es revolucionaria.


Capítulo III
La planeación territorial y la vivienda


A medida que construyen su mundo con la fuerza alienada de su trabajo, el decorado de este mundo se vuelve la cárcel donde tendrán que vivir. Un mundo sórdido, sin sabor ni olor, que lleva en sí la miseria del modo de producción dominante.

Este decorado está en permanente construcción, nada en él es constante. La remodelación continua del espacio que nos rodea está justificada por la amnesia generalizada y la inseguridad con las que tienen que vivir sus habitantes. Se trata de cambiarlo todo a la imagen del sistema: el mundo se vuelve como una fábrica, cada vez más sucio y ruidoso.

Pero al mismo tiempo, la unificación del espacio, según los intereses de la cultura mercantil, es el gran objetivo de nuestra triste época. El mundo debe convertirse en una inmensa autopista,  absolutamente eficiente, para facilitar el transporte de las mercancías. Todo obstáculo, natural o humano, debe ser destruido. La concentración inhumana de esa masa de esclavos es fiel reflejo de su vida: se asemeja a las jaulas, a las cárceles, a las cavernas. Pero a diferencia del esclavo o del prisionero, el explotado de la época moderna debe pagar por su jaula.


Capítulo XII: El dinero


Como todos los seres oprimidos de la historia, el esclavo moderno necesita de su mística y de su dios para anestesiar el mal que le atormenta y el sufrimiento que le agobia. Pero este nuevo dios, a quien entregó su alma, no es más que la nada. Un trozo de papel, un número que tiene sentido solo porque todos han decidido dárselo. Es por este nuevo dios que estudia, trabaja, riñe y se vende. Es por este nuevo dios que ha abandonado sus valores y está dispuesto a hacer lo que sea. Él cree que entre más plata posea más se librará de la coacción que lo sujeta. Como si la posesión fuera de la mano de la libertad. La liberación es una ascesis que proviene del dominio de sí mismo; un deseo y una voluntad de actuar. Está en el ser y no en el tener. Pero hay que decidirse a no servir ni obedecer más. Falta ser capaz de romper con unos hábitos que nadie, al parecer, osa poner en tela de juicio.


Vídeo Documental Completo
"De la Servidumbre Moderna"



21 de agosto de 2013 | By: Leonardo García.

Sonia Betancort

“De nada sirvieron bomberos y astronautas,
Psicólogos, poetas e ilusionistas
… Porque la ira es una granada seca, un círculo
                                                             de Dante”.


Sonia Betancort
(España, 1977)



Textos Poéticos

I

La ira no es una bestia, ni siquiera un animal.
Parece más bien un niño asustado.

II

En la ira perfecciona el amor sus cicatrices,
tajaduras por donde se precipita el dolor.

III

La ira fue bloqueando las puertas del
                                                         [corazón,
sus ascensores, sus escaleras de incendio.
Algunos la confundieron con un pelotón de
                                                     [fusilamiento,
Otros, la vieron llorar en llamas,
correr como bueyes o rinocerontes
con desenfrenados latidos en la boca.
De nada sirvieron bomberos y astronautas,
Psicólogos, poetas e ilusionistas.
Un soplo de ceniza ocupó para siempre
vigas y techos, paredes y umbrales del
                                                                [ánimo.
Porque la ira es una granada seca, un círculo
                                                             [de Dante,
la voraz inflamación de una tristeza,
                                            [un vómito de fuego
que rara vez deja de arder en el corazón
                                                       [quemado.



LA VIE EN ROSE




La vida es absolutamente rosa.
Mirada de cerca reproduce un fractal
                                                      [portátil,
la fructosa de una granada, un algodón
                                                                [de azúcar.
Huele a colonia de bebé y se elastiza como
                                                        [el chicle.
Es un gran chicle de fresa que sucede
en los primeros segundos de la boca.

La vida,
asombrada de paralizar su pincel
en el ramillete de la novia.
La vida,
coloreada por un diseñador de cocinitas,
sumergida en un lago de Senegal,
Pensada por un amante de Tokio.

La vida es la infancia agitada,
un cordón de jóvenes gacelas
que muestran sus encías al atardecer.
El salmón crudo que se despierta en la lengua
                                                   [después de amor,
los arañazos débiles de una herida que
                                                              [se cierra,
el tono pulido de la sangre lavada.

La vida es como la muerte, absolutamente
                                                                    [rosa.
Nacemos del rosa de un sexo inflamado
y vamos del rosa de la tierra y el mar.
Al rosa de la ceniza, con su pétalo latente,
al fucsia de los tulipanes, al cuello de los
                                                      [flamencos,
al neón de los ojos de los roedores, a las
                                               [huellas de coral,
a las patas de los avestruces, a la voz de los
                                                              [delfines.

La vida es rosa, melancólica y magenta.
La vida no es más que el amor.
La primera caricia, la primera mordedura
de la piel en la piel.




Nota:
Los textos fueron extraídos de la antología “9no Festival Mundial de Poesía, Venezuela, 2012”. Editado por la Fundación Casa Nacional de las letras, Andrés Bello – Venezuela.





Sonía Betancort / España


8 de agosto de 2013 | By: Leonardo García.

Eugenio Montejo

“No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire
…Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella”.


Eugenio Montejo
(1938)


De algunas palabras
(1976)



Islandia




Islandia y lo lejos que nos queda,
con sus brumas heladas y sus fiordos
donde se hablan dialectos de hielo.

Islandia tan próxima del polo,
purificada por la noches
en que amamantan las ballenas.

Islandia dibujada en mis cuadernos,
la ilusión y la pena (o viceversa).

¿Habrá algo más fatal que este deseo
de irme a Islandia y recitar sus sagas,
de recorrer sus nieblas?

Es este sol de mi país
que tanto quema
el que me hace soñar con sus inviernos.
Esta contradicción ecuatorial
de buscar una nieve
que preserve en el fondo su calor,
que no borre las hojas de los cedros.

Nunca iré a Islandia. Está muy lejos.
A muchos grados bajo cero.
Voy a plegar el mapa para acercarla.
Voy a cubrir sus fiordos con bosques de palmeras.



De Trópico Absoluto
(1982)



Manoa




No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire,
ningún indicio de sus piedras.
seguí el cortejo de sombras ilusorias
que dibujaban sus Mapas.
Crucé el río de los tigres
y el hervor del silencio en los pantanos.
Nada vi parecido a Manoa
ni a su leyenda.

Anduve absorto detrás del arco iris
que se curva hacia el sur y no se alcanza.
Mano no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos
-siempre más lejos.

Ya fatigado de buscarla me detengo,
¿qué me importa el hallazgo de sus torres?
Manoa no fue cantada como Troya
ni cayó en sitio
ni grabó sus paredes con hexámetros.
Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.
A veces en un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece.
Toda mujer que amamos se vuelve Manoa
sin darnos cuenta.
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.


Eugenio Montejo
(Poeta Venezolano)

5 de agosto de 2013 | By: Leonardo García.

Aquiles Silva

“Si lo permite ese manto gris, con que el desamor
A la madre tierra, ha cubierto el valle
que sigue verde.
Aunque sea en mi recuerdo”.


Aquiles Silva
(1956)



Textos Poéticos
(2012 – 2013)


Esta Tarde que llueve



¿Qué haces tan lejos

esta tarde que llueve?
Son casi las seis y tu
distante.
Con tu piel de arcilla fresca
resguardada en tu habitación.
¿Por qué no estás aquí?
Con tus senos de gotas largas
saciando mi sed infantil de miel
y calor.

¿Qué haces tan lejos esta tarde que llueve?
Y cristalinos cascabeles de risa
salpica y salpican sonoros
en el patio.

Todo está verde,
hasta el aire que respiro es tierno
como tu aliento 
que besa mis recuerdos.

Cerraré los ojos entre los brazos azules
de la hamaca que espera.
Y me dejaré chorrear por la quebrada, 
tal vez sobre alguna hoja nocturna
escapada de un árbol.

O tal vez, no sé.

Quizás grite tu nombre hasta desfallecer
aprovechando el chizzzzchineo de la lluvia
durante largo rota.

Quizás ocurra que,
aunque sea en mi sueño,
te decidas
venir.



El verde valle de mi recuerdo



Ven camina conmigo bajo el sol
Este valle donde nací verde, donde como tripa,
verde crecí.

Hoy es gris y cenizo.

Marzo nos muestra su ombligo.
Abril vendrá con sus fauces de fuego;
Si queda algo que quemar todavía

Ven caminemos juntos las calles del valle.
Todas con encementadas de progreso,
para que corran raudos autos y motocicletas,
para que el ruido nos borre del recuerdo
el verdor de los cerros que hoy, obligados,
inhalan la carne quemada de su propia piel.

Para que el lecho rocoso del río.
Ese río de peces perdidos,
quienes también tienen toda la culpa
de matar el hambre,
nos sorprenda aplaudiendo
la muerte en cada canto rodado.

Ven camina conmigo bajo esa brisa caliente
que cruza en todas direcciones locas de atar
sin posibilidad de ser nube.

Lleguemos a la casa, una totuma de agua nos espera
y nos abrazaremos a llorar
cerrando los ojos
hasta que caiga la noche
Y salgamos al patio a ver
si logramos
visualizar la luna plena que saldrá hoy
Si lo permite ese manto gris, con que el desamor
A la madre tierra, ha cubierto el valle
que sigue verde.
Aunque sea en mi recuerdo.


Aquiles Silva

Portada del Libro
"Ventanas y Vuelos"
Fondo Editorial Ipasme
2009
4 de agosto de 2013 | By: Leonardo García.

Lenys Hernández Purroy

…Nacerá bajo la montaña una línea
de pasos desplegados
¿Quién enfila la incantación
que me mantiene       suspendida?


Lenys Hernández Purroy



Textos Poéticos
(2013)


I

Desde la noche profunda la lluvia blanca ya es aurora
se prolonga con la urgencia propia de la respiración.

En el silencio se recrean las horas
la insalvable caída del aliento,
no hay sino levedad en el horizonte
el tiempo y su opulenta verticalidad.

El único viento azul –cada vez− antes de evaporarse.




--- *** ---

Que tenga lo más hondo de contar
la proximidad dando vuelcos
que espigue cosecha en los tallos
en los campos de piel

hasta que suenen las maderas del puente.




--- *** ---

El viejito Camilo lleva cocido en el pecho un letrero que dice: mi sentido de pertenencia late de la risa. Éste viejo jugó el dominó con la sonrisa abierta que sólo tienen los niños, festejaba en todo momento las agallas que tienen los obreros, porque siempre supo quién era él. Hacía pocos años que la esperanza le había crecido en la boca, se sentía fuerte; del pensamiento le nacieron puños y con ellos golpeaba a los gigantes que siempre lo marcaron de "flojo" por allá en los años 80 cuando madrugaba, y bajo la lluvia violenta descendía del cerro para sembrar sus fuerzas en los pisos de mármol de alguna fábrica. También en su jolgorio defendía a los patrones cuando nos contaba: tampoco es que sean tan malos caramba, lo que pasa es que tienen el corazón pal otro lado.

Cómo se los explicaba el anciano de la cerviz encorvada a los que no lo entendían, que su alegría era de dignidad.




--- *** ---

La ocasión apura el aire (virgen todavía) en el vértice de los pasos, es como hacer prodigios sobre ruedas en movimiento sin que a la hora del vaivén se derrochen los impulsos.

No hay voces que relumbren más de promesas que los nudos de tu luz.





--- *** ---

Basta apenas intuir la blanca invocación respirando mi sangre
la canción adorada contemplando el íntimo paso
el rostro increíble del crepúsculo cruzando en llamas
para celebrar la promesa que es de adentro que colmaba.

Y es fiero su asalto

— su vigor de primitivo espejismo —
porque es eterno verano




--- *** ---

El día es un guerrillero amable
en medio
de gatos y presencias con ritmo.
(Nacerá bajo la montaña una línea
de pasos desplegados
mansos
balanceados en una canción arada)
Es sentirse giganta más allá del movimiento.

¿Quién enfila la incantación que me mantiene suspendida?



Lenys Hernández Purroy

Portada del Libro
Bajo la sombra agitada
del Árbol
1 de agosto de 2013 | By: Leonardo García.

Lionel Valdivia

 “Por qué te empeñas en tener mi herencia,
hoy que sólo para darte tengo el silencio”


Lionel Valdivia Aguiar
(Camagüey, 1975)




LOS PUERTOS DEL SILENCIO

(Fragmentos)
IX

a Daniel



Por qué te empeñas en tener mi herencia,
hoy que sólo para darte tengo el silencio,
unas pocas letras definiendo la nada
y    la persecución indigna de la noche.
Es tiempo de la desnudez, del áncora,
de la danza silvestre sobre la sombra.
Pero aún no están repletos los baúles,
faltan diagonales enteras,
cuadros vacíos que te corresponden
y perderán la profundidad bajo tu pluma.
Solo puedo legarte un reino despoblado
de fronteras inconclusas,
una mano para arrastrar baldes de agua
incapaz de conducirte a los peces,
un ojo impuro en el centro del pecho
con su túnica gris cubriendo los veranos...

Sin embargo, parezco al mismo tiempo
el vástago del miedo, la mención eterna,
el bufón predestinado a separar de tus pies
los hambrientos escorpiones,
apartarlos de tus columnas de bases planas
como el mundo,
hasta que reconozcas en la fachada de la casa
las fauces temibles del invierno.

Yo, el pastor, pretendo darte el cayado
pero no las ovejas,
desconozco mis pertenencias,
los agujeros por los que deberé ascender.

Abdico y construyo para nosotros
una quinta dimensión, otras pirámides,
otro Zeus sobre su trono de mármol,
y encargo a las damas el cuidado de los jardines
esparcidos por el aire
de una ciudad cada día menos conocida.

Todo para ahuyentar los ojos de la muerte.

Al comenzar tu ensamblaje final
en la intermitencia del vacío
Estarás apto para emprender tu traición,
para descomponerme en los libros que me forman
y odiarme,
retener mi imagen
en unas coordenadas semejantes a la diana,
al rumbo del dedo índice arrojado junto al tiempo.

También he tenido una araña hambrienta en mi estómago.
Otros cimientos he devorado,
semejaban la lira y el polvo.
Te disculpo y te envidio.
El álgebra secreta de los juegos
se me ha permitido descubrir otra vez.

Deudor, sereno y miope silbante,
adivino, en los puntos oscuros de la geografía,
tus descubrimientos de la luz.


Lionel Valdivia Aguiar

Portada del Libro:
"Desde los puentes"
31 de julio de 2013 | By: Leonardo García.

Tribulaciones en otoño y un puente sobre las aguas

“Tú no tienes un rostro para darme
encontraste la trampa
después de la caída del cordero
Un abismo se levanta ante ti
un golpe de aguas más arriba
anunciará tu muerte"


Alejandro Ponce
(Manzanillo, 1974)



Tribulaciones en otoño y un puente

sobre las aguas


(José Lezama Lima)
para Manolo García V.
—escuchando a Simon & Garfunkel




Ya no serás sino la superficie turbulenta
donde ni siquiera advierto
las señales dejadas por el insomnio
No serás lo que por sospecha se oculta
en el trayecto tambaleante de mi existencia
Desde mí sólo intento conversar
hacia el otro lado de los riscos
y me responden con una gritería atroz
con un sobresalto
y un deseo huidizo que no sé esconder
En medio de las aguas congeladas o hirvientes*
yo te busco
Aquí pudiera parecernos más amable
pero soy el proscrito el condenado que atraviesa
noche a noche el trunco maderamen
los mansos tablones sucesivamente ordenados
para el paso de los reyes sin trono del domingo
jamás de jueves pasando al mediodía
cuando a lo lejos veo venir los camelleros
con su sed de vísceras
y su contrabando de vergüenza y piedras pulidas
Quisieras pero se hace inútil
Tú no tienes un rostro para darme
encontraste la trampa
después de la caída del cordero
Un abismo se levanta ante ti
un golpe de aguas más arriba
anunciará tu muerte
un abismo es la certeza de que alguien espera
Al otro lado entre el humo y las luces de neón
te están esperando
te llaman desde el hogar de la memoria
desde este lado de los riscos te llamo
eres el fragmento el silencio impedido
la gritería
A este vacío en la palabra pregunto:
¿Por qué no dejas pasar rumbo a ninguna parte
mi abandono?
Te he sobornado con la promesa
de que en tu noche
—no importan el cómo ni el cuándo
atravesará tus dominados senderos
acompañando al fantasma de un tal Mazzantini
el indecible escualo
(monstruo preferido de Lautréamont)
con las fauces abiertas
—no me culpes hasta que puedas descubrir
la silueta del marinero
grabada indeleble en las pupilas del pez
cuando emerge del animal
su lomo plateado entre la espuma—
Con promesas como estas te he sobornado
y también con una caravana de plañideras
camino al Gólgota
para acabar con la paciencia
de no sé qué velatorio
Yo compro tu libertad
te condeno a ser un puente en ese párpado
que resume desde los acantilados
los gritos de la noche
cual estruendo de escombros y música
cayendo imperturbable
sobre las arboladuras de mis navíos
Yo te compro con la agonía y el pánico
que es juntar dos orillas
y con el destino de tus sombras
—encajadas en el agua— más perversas.   



* José Lezama Lima



Nota:
Texto Extraído del libro "Las Calmas Aparentes".
Portada del libro:
Las Calmas Aparentes