Desiderata: publicada en el año de 1948. Es un poema hermoso que habla de la búsqueda de la felicidad de la vida. Su autor fue un abogado y escritor estadounidense llamado "Max Erhmann".
Max Erhmann
Desiderata
Escucha entonces la sabiduría del sabio:
Camina plácido entre el ruido y
la prisa,
y piensa en la paz que puedes
encontrar en el silencio.
En cuanto te sea posible y sin
rendirte,
mantén buenas relaciones con
todas las personas.
Expresa tu verdad de una manera
serena y clara,
y escucha a los demás, incluso al
torpe e ignorante,
también ellos tienen su propia
historia.
Evita las personas ruidosas y
agresivas,
ya que son un fastidio para al
espíritu.
Si te comparas con los demás,
te volverás vano y amargado
ya que siempre habrá personas más
grandes
o más pequeñas que tú.
Disfruta de tus éxitos, lo mismo
que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia
carrera,
por humilde que sea, pues es un
verdadero tesoro
en el continuo cambiar de los
tiempos.
Maneja tus negocios con
precaución,
porque el mundo está lleno de
trampas.
Pero no permitas que eso te
ciegue para ver la virtud que existe,
mucha gente lucha por nobles
ideales,
y en todas partes la vida está
llena de heroísmo.
Sé tú mismo, especialmente no
finjas el afecto.
Tampoco seas cínico en el amor,
pues
en medio de todas las arideces y
desengaños,
el amor es tan perenne como la
hierba.
Escucha atentamente el consejo de
los años,
rechaza cuidadosamente a las
cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del espíritu
para que te proteja en las
adversidades repentinas, y no te
confundas con las fantasías.
Muchos temores nacen de la fatiga
y la soledad.
Bajo una sana disciplina, sé
justo contigo mismo.
tú eres una criatura del
universo, no menos que los árboles y las estrellas.
Tú tienes derecho a existir, y
sea que te resulte claro o no,
sin duda el universo marcha como
debiera. Por lo tanto,
mantente en paz con Dios,
cualquiera que sea tu idea de él,
y cualquiera que sean tus
trabajos y aspiraciones.
Mantén la paz en tu alma en la
ruidosa confusión de la vida.
Aún con todas sus farsas,
penalidades y sus sueños fallidos,
el mundo es todavía hermoso. Sé cauto
y esfuérzate por ser feliz.
Imagen tomada del Blog teresaeneltiempo.blogspot.com
Francisco Arévalo, poeta y
narrador. Nacido en San feliz, estado Bolívar en el año 1959. Entre sus obras
publicadas se encuentran: Brotes, (1989);
Siempre Áspero, (1993); Nadie me reina en estos parajes de hormigón, (1993);
Sur, (1995); Alcoholes de otra iglesia, (1996); Textos para Insomnes, (1997);
El libros de las piedras, (2001); Agrio de colmenas, (2001); Algo más que
Baladas agridulces, (2004). Y entre sus premios y reconocimientos podemos
mencionar: Premio de Poesía Fundación La
Salle, (1988); Bienal Alejandro Natera, (1990); Premio de Narrativa Bienal
Nacional Eduardo Sifontes, (1997); Premio FUNDARTE, (1997); Premio FLASA de
Narrativa, (1998); y el Premio de Poesía Bienal Nacional de Literatura Tomás
Alfaro Calatrava, (2000).
Francisco Arévalo
Razones de Noctívago
(2005)
Algo Más que Baladas Agridulces
(2004)
Uno
Cruces
El astro levantó apagado
en la llama de mi castillo licencioso
Yo sin oficio definido
por la frialdad de los números
De vagar interminable
De trajinar a destiempo
Me doy a la tarea
de enderezar cruces
lejanamente dobladas
por la oscuridad de los rostros
que me rodean.
Razón del Noctívago
Cuál es el origen
de la desfiguración de la noche
Que atornillas filosos clavos
en la sienes
Cuál es el origen
de esta oscura claridad
que alberga pupilas congeladas
Donde no entra la generosidad del sueño.
El Libro de las Piedras
(2001)
Paralelas
Piedras
Sueños distantes
Cuando el amanecer
es un asunto de rutina
De cenizas claras
Tangibles
En la punta mis ojos
asomados
a la caverna llagosa
que viendo siendo
esta ciudad de
sonámbulos.
Alcoholes de Otra Iglesia
(1996)
Mercader
Su sonrisa agria
a usted le pesa un
saco de moneda
porque usted no sabe
se poesía
ni
de sueños
ni de pájaros
Fornicación luz roja
Ni entre rejas
ni entre piernas
NI SOY MONJE
Yo, el estepario
que también me ha
dado por escribir
en líneas de
SÓLO PARA LOCOS
Me embriago y con GRAN RESERVA digo:
Que no soy blanco ni
negro
Tampoco
BLACK
&
WHITE
Aunque no parezca
Digo y vuelvo a
repetir
QUE ESTOY MÁS BORRACHO QUE
NUNCA
Travesura
Cambié dos fósiles
poemas
por el trasero
sudoroso
de una rubia
original
¡Salud!
Sur
(1995)
Allí
sosteniendo
el rayo de la carne
Muriendo en cada
contracción.
Nadie me reina en estos parajes
de hormigón
(1993)
Uno
V
Nadie me reina en
estos parajes de hormigón
Zombies olorosos a
fierro
metal relumbrante
entre tréboles sólidos y espectrales
El correr se hace
ruina
Los fantasmas
quejumbrosos no me alcanzan
Estoy en el limbo de
tus tragos y tus mujeres ebrias amigos
que se hunden en el
huracán de sus carcajadas
Nadie me reina amigo
ni la muerte con sus
cortejos de gusanos
me poblaran más no
reinarán
Se atragantarán
hasta mi última molécula
Estos globos con que
detallo el mundo de alaridos y harapos
estallarán en sus
fauces
Me aparentaré a
Prometeo por un instante
cargando las pesadas
cadenas de este siglo.
VII
En este reino
terminamos unos
pocos
traspapelados con las
sombras
los años
herrumbre con los
horcones donde cuelgan
nuestro trastos de
infancia.
Nota:
Los textos fueron extraídos de la antología “Razones de
Noctívago” de la editorial: FONDO EDITORIAL DEL
CARIBE, (1era edición, 2005). A continuación un vídeo bajado del portal Youtube.com.
Waldo Leyva Escritor, poeta,
narrador, ensayista, promotor cultural, profesor universitario, Periodista y
actor. Nacido el 16 de mayo de 1943, en Remates de Ariosa, Remedios, antigua
provincia de Las Villas que ahora pertenece a la provincia de Villa Clara,
cuba. Entre sus títulos destacan: De la
ciudad y sus héroes, (1974); Desde el este de Angola, (1976); Con mucha piel de
gente, (1983); El polvo de los caminos, (1984); Diálogo de uno (1990); El
rasguño de la piedra, (1995); Memoria del porvenir, (1999); El dardo y la
Manzana, (2000); Perdono al porvenir, (2004); Agradezco la noche, (2006); De la
máscara y la voz (2006). Ganador del X Premio Casa América de poesía
americana. y Cuando el cristal no
reproduce el rostro, (2012); Ganadora de la IV edición del Premio
Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, 2da
edición, 2012. Venezuela.
Waldo Leyva
Ganador de la IV edición del Premio Internacional
de Poesía Víctor Valera Mora, 2012 Venezuela.
con el Libro:
“Cuando el cristal no reproduce el
rostro”
Cuando
el cristal no reproduce
el rostro
A Margarita
El inocente ojo del antílope
Un tigre salta de la
piedra.
Vuela el ave que
ignora la angustia del vacío.
Ciego es el pez, sus
pupilas es el agua
y muere herido por
el aire.
La lombriz puede ser
reina de la altura
y deshacerse el
árbol
en el vientre
insaciable del insecto.
A la cruz del
comienzo clavado sigue el hombre.
Sangra. Puede ver
aún el rostro de los otros.
Ni Dios, ni ventanas
azules,
ni el inocente ojo
del antílope.
Todo sendero es engañoso
En algún sitio del
pasado extravié la pregunta
Volver ya es
imposible,
las rutas se fueron
borrando
y todo sendero es
engañoso
El futuro es una
región tan frágil,
un espacio ilusorio
por el que puedes pasar
sin darte cuenta, o
detenerte justo en el momento
cuando se cierran
sus puertas invisibles.
De todos modos, si
te permitieran volver,
No te sería dada la
pregunta inicial.
Y si llegaras al
porvenir remoto,
confundirías las
respuestas.
El espacio que
habito
Donde el émbolo tiembla
No puedo
desprenderme de esa punzante sensación de soledad que
Provoca la noche. El
tren se ha detenido y yo a su lado sin una mano que me salve.
Mis ojos están fijos
en el espacio donde el émbolo tiembla. Es mi primer
Recuerdo, mi primera
muerte y resurrección. Bufa el tren. Lo único sólido del
Planeta es el
espacio que ocupan mis pies de cuatro años. Mi madre debe
llorar de nuevo en algún
sitio sin saber que muero. Se marcha el tren. Mis
ojos van y vienen
con el émbolo.
No sé si quiero
hojear en mis recuerdos
En la dorada luz, breve, de octubre
I
Era la luz un juego
de guitarras
y era tu cuerpo
música, desnuda
dormías en la
hierba, qué menuda
barca de sueños,
anclada y sin amarras.
El mar rizaba el
viento. Con sus garras
deshechas en la
costa, sollozaba
como un hombre que
muere. Destrozaba
ese llanto del mar,
pero quien puede
renunciar a ese
sueño que concede
sólo una vez la
vida, y yo soñaba.
II
Nunca supe que el
tiempo se detuvo,
si yo era el tiempo
exacto, detenido;
si existí antes de
verte, sí he vivido
después que ya no
estás. ¿Acaso hubo
una mujer desnuda,
que mantuvo
por un instante
detenido el mundo?
¿Quién puede
responderme? ¿Fue un segundo?
¿Realmente fue un
segundo? ¿Puede acaso
ese puñal tan frágil,
de un zarpazo,
esconder su metal en
lo profundo?
III
En la dorada luz,
breve, de octubre,
cuando el aire es un
sueño, cuando quiere
detenerse la tarde,
cuando muere
hecho un rumor el
verde, cuando cubre
cierto violeta el
mar y se descubre
la música tenaz,
salgo a buscarte;
mi cuerpo es sólo
cuerpo para hallarte,
se deshace en el
viento, se hace tacto
para fundar tu
cuerpo. Tengo un pacto
trazado con la
muerte: hasta encontrarte.
Cuando
el cristal no reproduce
el rostro
Monólogo final
La oscuridad tiene su olor,
mi olor,
y ese otro perfume
que nace de la piel
cuando se junta nuestros cuerpos.
Cierra los ojos.
Toca mi cara.
Tus dedos borraran la sombra,
no importa que sea de noche,
no importa que desconozcas
el rostro que tendré al amanecer.
Cada segundo puede ser toda la vida.
Mañana mi piel estará seca,
o deshecha en el aire,
o será un verde germinal,
un rojo efímero;
pero ahora las yemas de tus dedos
tienen toda la luz.
Perdono al porvenir.
Las trampas que he tendido
tiene la misma inocencia
del juego de la alquimia
para el hombre no existe otro destino
que el manantial inédito.
Toca mi rostro,
sálvalo en la memoria de tus manos.
Nota:
Los textos fueron extraídos de la
antología poética “Cuando el cristal no reproduce el rostro”, del poeta cubano
Waldo Leyva. Antología ganadora de la IV
edición del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora. Libro editado
por la Fundación Centro de estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg). 2da
edición, 2012 Venezuela. Vídeo bajado del portal Youtube.com.
“…Me propongo, sin estar conmovido, declamar a grandes voces
la seria y fría estrofa qué vais a oír”.
Isidore Lucien
Ducasse
(1846-1870)
Diseño: Enrique Jiménez Corominas
Historietista e Ilustrador español.
Los Cantos
de Maldoror
(1869)
Canto I
(Fragmento)
Ruego al cielo
que el lector, enardecido y momentáneamente feroz como lo que lee, halle, sin
desorientarse, su abrupto y salvaje sendero por entre las desoladas ciénagas de
estas páginas sombrías y llenas de veneno; pues, a menos que ponga en su
lectura una lógica rigurosa y una tensión de espíritu igual, como mínimo, a su
desconfianza, las emanaciones mortales de este libro embeberán su alma como
azúcar en agua. No es bueno que todo el mundo lea las páginas que siguen; sólo
algunos saborearán sin peligro ese fruto amargo. Por lo tanto, alma tímida,
antes de adentrarte más por semejantes landas inexploradas, dirige hacia atrás
tus pasos y no hacia delante. Escucha bien lo que te digo: dirige hacia atrás tus
pasos y no hacia adelante, como la mirada de un hijo se aparta,
respetuosamente, de la contemplación augusta de la faz materna; o, mejor, como
el ángulo perdiéndose en el horizonte de las friolentas grullas tan
meditabundas que, durante el invierno, vuela poderosamente a través del
silencio, con todas las velas tendidas, hacia un punto preciso del horizonte de
donde, súbitamente, brota un viento extraño y fuerte, precursor de la tormenta.
La grulla más vieja, que forma por sí sola la vanguardia, al verlo, mueve su
cabeza como una persona razonable y, en consecuencia, también su pico que hace
restallar, y no está contenta (tampoco yo lo estaría en su lugar), mientras su
viejo pescuezo, desprovisto de plumas y contemporáneo de tres generaciones de
grullas, se agita en irritadas ondulaciones, presagio de la tempestad que se
acerca cada vez más.
Cartas
París, 12 de marzo de 1870
Señor:
Permitid que me remonte un
poco lejos. He hecho publicar una obra de poesías, en la casa Lacroix (B.
Montmartre 15). Pero, una vez impresa, se negó a lanzarla, porque allí se
pintaba la vida en colores demasiado amargos y el editor temía la acción de la
justicia. Era algo en el género del Manfredo de Byron y el Conrad de
Mickiewicz, pero mucho más terrible. La edición había costado 1.200francos, de
los que yo había entregado ya 400. Pero todo se fue al diablo. Lo cual me hizo
abrir los ojos.
Nota:
los
textos fueron extraídos del libro “Los cantos de Maldoror”
no os he olvidado
desde que vuestras sabias lecciones,
más dulces que la
miel, se derramaron en mi corazón,
como una ola
refrescante.
Isidore Lucien
Ducasse
(1846-1870)
Diseño: Enrique Jiménez Corominas Historietista e Ilustrador español.
Los Cantos
de Maldoror
(1869)
Canto II
(Fragmento)
« ¡Oh!, lámpara
de mechero de plata, mis ojos te perciben en los aires, compañera de la bóveda
de las catedrales y buscan la causa de tal suspensión. Dicen que tus fulgores
iluminan, durante la noche, la turba de quienes vienen a adorar al Todopoderoso
y que muestras a los arrepentidos el camino que lleva al altar. Óyeme, todo es
posible, pero... ¿necesitas acaso prestar semejantes servicios a quienes no
debes nada? Deja, sumidas en tinieblas, las columnas de las basílicas, y cuando
un soplo de la tormenta en la que se atorbellina el demonio, llevado a través
del espacio, penetre con él en el lugar santo, extendiendo el espanto, en vez
de luchar valerosamente contra la pestífera ráfaga del príncipe del mal,
extínguete al punto, bajo su enfebrecido soplo, para que pueda, sin que le
vean, elegir a sus víctimas entre los arrodillados creyentes. Si así lo haces,
puedes afirmar que te deberé toda mi felicidad. Cuando brillas, extendiendo tu claridad
indecisa, pero suficiente, no oso entregarme a las sugerencias de mi carácter y
permanezco, bajo el sacro pórtico, mirando por el entreabierto portal a quienes
escapan de mi venganza en el seno del Señor.
¡Oh, lámpara
poética!, tú, que serías mi amiga si pudieras comprenderme, cuando mis pies
huellan el basalto de las iglesias, en las horas nocturnas, ¿por qué comienzas
a brillar de un modo que, lo confieso, me parece extraordinario? Tus reflejos
se colorean, entonces, con los blancos matices de la luz eléctrica. Los ojos no
pueden mirarte, e iluminas con una llama nueva y poderosa los menores detalles
de la pocilga del Creador, como si fueras presa de santa cólera.
Y, cuando me retiro
tras haber blasfemado, te vuelves de nuevo irrelevante, modesta y pálida,
segura de haber llevado a cabo un acto de justicia. Dime, ¿acaso porque conoces
los recovecos de mi corazón, cuando comparezco en el lugar donde velas, te
apresuras a señalar mi presencia perniciosa y a llamar la atención de los
adoradores hacia el lugar donde acaba de mostrarse el enemigo de los hombres,
esta opinión me parece acertada, pues también yo comienzo a conocerte, y sé
quién eres, vieja bruja, que tan bien velas sobre las sagradas mezquitas donde
se pavonea, como cresta de gallo, tu curioso dueño. Vigilante guardiana, te has
encargado de una misión insensata. Te lo advierto, la primera vez que me
señales a la prudencia de mis semejantes, aumentando tus fosforescentes fulgores,
como ese fenómeno de óptica, que por lo demás ningún libro de física menciona,
no me gusta, te agarraré por la piel del pecho, clavando mis zarpas en las
escaras de tu nuca tiñosa, y te arrojaré al Sena. No pretendo que, mientras yo
no te hago nada, tú te comportes, a sabiendas, de un modo que me sea
perjudicial. Allí te permitiré brillar, mientras me resulte agradable; allí te
burlarás de mí con inextinguible sonrisa; allí, convencida de la incapacidad de
tu criminal aceite, lo orinarás con amargura.» Tras haber hablado así, Maldoror
no sale del templo y permanece con los ojos fijos en la lámpara del lugar
santo... Cree ver una especie de provocación en la actitud de esa lámpara, que
le irrita al más alto grado con su presencia inoportuna.
Nota: Los textos fueron extraídos del Libro "Los cantos de Maldoror"
pues te mira; no te
fíes de él cuando cierra los ojos,
pues sigue
mirándote.
Canto II
(Fragmento)
Desde entonces, cuántos proyectos enérgicos, cuántas
simpatías que creí haber grabado en las páginas de mi corazón, como en el
mármol, han ido borrando lentamente, de mi razón desengañada, sus líneas
configurativas, como el alba naciente borra las sombras de la noche. Desde
entonces, he visto a la muerte, con la intención, visible a simple vista, de poblar
las tumbas, asolar los campos de batalla, abonados con sangre humana, y hacer
brotar flores matutinas sobre las fúnebres osamentas.
Desde entonces, he asistido a las revoluciones de
nuestro globo; los terremotos, los volcanes con su inflamada lava, el simún del
desierto y los naufragios de la tempestad han tenido mi presencia como
espectador impasible. Desde entonces, he visto varias generaciones humanas elevando,
por la mañana, sus alas y sus ojos al espacio, con la inexperta alegría de la
crisálida que saluda su última metamorfosis, y muriendo al atardecer antes de
la puesta del sol, con la cabeza inclinada, como flores marchitas agitadas por
el soplo quejumbroso del viento. Pero vosotras seguís siendo siempre las
mismas. Ningún cambio, ningún aire apestado roza las rocas escarpadas y los
inmensos valles de vuestra identidad.
Vuestras modestas pirámides durarán más que las
pirámides de Egipto, hormigueros levantados por la estupidez y la esclavitud. El
fin de los siglos verá, de pie todavía sobre las ruinas de los tiempos,
vuestras cifras cabalísticas, vuestras ecuaciones lacónicas y vuestras líneas esculturales
tronando a la diestra vengativa del Todopoderoso, mientras las estrellas se
hundirán, con desesperación, como trombas, en la eternidad de una noche
horrible y universal, y la humanidad, llena de muecas, pensará en arreglar sus
cuentas con el juicio final.
Poesías
(1870)
***
Los gemidos poéticos de este siglo no son más
que sofismas.
***
Acepto a Eurípides y a Sófocles; pero no
acepto
a Esquilo.
***
No existen dos clases de poesía; sólo existe
una.
***
No dejaré Memorias. La poesía no es la
tempestad, ni
tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y
fértil.
***
Una máxima, para estar bien hecha, no
necesita corrección.
Necesita que se la desarrolle.
***
Los hombres que no se baten en duelo creen que
los que se
baten en duelo a muerte son valerosos.
***
El escritor, sin separar una de otra, puede
indicar la ley que
rige cada una de sus poesías.
***
El fenómeno pasa. Busco las leyes.
***
Existe una lógica para la poesía. No es la
misma que la
de la filosofía. Los filósofos no son tanto
como los poetas. Los
poetas tienen derecho a considerarse por
encima de los filósofos.
Portada de "Los Cantos de Maldoror" edición de 1890, por León Genonceaux.
Nota: los textos fueron extraídos del libro "Los Cantos de Maldoror"
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