7 de abril de 2013 | By: Leonardo García.

Liudmila Quincoses Clavelo

“Hay un atardecer que no se acaba nunca,
y rostros en la noche que no tienen vida”.


SOMBRA DEL CONDENADO

 Liudmila Quincoses Clavelo
(1975)



SOMBRA DEL CONDENADO


Yo soy quién te habla del otro lado del sendero
altivo caminante no me evites.
No cierres esos OJOS que el miedo ha de anularte
no dejes que se borren las huellas del dolor.
Hay un atardecer que no se acaba nunca,
y rostros en la noche que no tienen vida.
Yo siempre estoy contigo
no es el VIENTO quién mueve las ramas más distantes.
Escúchame, te llamo desde el sitio más solo,
te llamo sin mi voz.
Soy el paso del CIEGO hacia el abismo inmenso,
y el reo que en silencio se fuga hacia la MUERTE.
No creas que te acoso, esto no es agonía.
Agonía es no tenerte dormido ni despierto, si
distante a cada paso.
Haz un alto en tu absurdo camino
y susúrrame algo, una frase, una queja.
Yo soy tu voluntad
sin mí los cerros altos se toman imposibles.

Desde que sé tu nombre lo escribo sobre el AGUA,
porque de AGUA es tu cuerpo
y tus OJOS SON AGUA.

Ese SOL ya me anuncia que no has de regresar.
Noche tras noche te he librado de los grandes señores
que con faz tenebrosa tratan de separarnos.
El UNIVERSO ES SÓLO UN CÍRCULO,
UNA SUTIL SERPIENTE QUE SE MUERDE la cola.
Yo habría querido paz y no la tengo,
yo habría querido descansar y no hay reposo,
yo habría querido ser PIEDRA y soy sólo sombra
como tú has de serlo.
Pero tu belleza es tanta,
es tanta tu tristeza
que no puedo llevarte a lo oscuro conmigo.
En aquellos lugares donde las sombras
son sólo LUZ
siniestras imágenes de lo que fue tu rostro
viven en el AGUA.
El tiempo no existe,
son dos metales el ORO del día y el bronce de la noche;
impresos en una misma moneda
que no para de rodar, no se detiene.
Atraviesa laberintos, paisajes difíciles,
atraviesa mi alma atravesada ya
y no llega nunca.
En los días que aquí suelen llamarse noches
he reconocido tu voz
que en el silencio vibra, me condena.
Dame una mano tuya y líbrame del miedo.
Yo vivo en las sombras llévame a la LUZ,
a la intensa LUZ.
Han venido a buscarte los Siervos del Maldito.
Si en el último momento descubres mi presencia
sé que te habré salvado.


(De Poemas en el último sendero, Cuba)