18 de septiembre de 2013 | By: Leonardo García.

César Vallejo

“Así pasa la vida, como raro espejismo.
Van al pie de Brahacmánicos elefantes reales,
y al sórdido abejeo de un hervor mercurial…”


César Vallejo
(1892 - 1938)


Los Heraldos Negros


La Copa Negra


La noche es una copa de mal. Un silbo agudo
del guardia la atraviesa, cual vibrante alfiler.
Oye, tú, mujerzuela, ¿cómo, si ya te fuiste,
la onda aún es negra y me hace aún arder?

La tierra tiene borde de féretro en la sombra.
Oye, tú, mujerzuela, no vayas a volver.

Mi carne nada, nada
en la copa de sombra que me hace aún doler;
mi carne nada en ella,
como en un pantanoso corazón de mujer.

Ascua astral… He sentido
secos roces de arcilla
sobre mi loto diáfano caer
Ah, mujer! Por ti existe
la carne hecha de instinto. Ah, mujer!

Por eso  ¡oh, negro cáliz!  aun cuando ya te fuiste,
me ahogo con el polvo,
y piafan en mis carnes más ganas de beber!



Bajo los Álamos


Para José Garrido



Cual hieráticos bardos prisioneros,
los álamos de sangre se han dormido.
Rumian arias de yerba al sol caído,
las greyes de de Belén en los oteros.

El anciano pastor, a los postreros
martirios de la luz, estremecido,
en sus pascuales ojos ha cogido
una casta manada de luceros.

Labrado en orfandad baja el instante
con rumores de entierro, al campo orante
y se otoñan de sombra las esquilas.

Supervive el azul urdido en hierro,
y en él, amortajadas las pupilas,
traza su aullido pastoral un perro.



La voz del espejo


Así pasa la vida, como raro espejismo.
¡La rosa azul que alumbra y da el ser al cardo!
Junto al dogma del fardo
matador, el sofisma del Bien y la Razón!

Se ha cogido, al acaso, lo que rozó la mano;
los perfumes volaron, y entre ellos se ha sentido
el moho que a mitad de la ruta ha crecido
en el manzano seco de la muerta Ilusión.

Así pasa la vida,
con cánticos aleves de agostador bacante.
Yo voy todo azorado, adelante… adelante,
rezongando mi marcha funeral.

Van al pie de Brahacmánicos elefantes reales,
y al sórdido abejeo de un hervor mercurial,
parejas que alzan brindis esculpidos en roca,
y olvidados crepúsculos una cruz en la boca.



Los Heraldos Negros


Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si antes ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de Bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos mandan la muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el destino blasfema.
¡Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llaman una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!


César Vallejo / Documental


10 de septiembre de 2013 | By: Leonardo García.

Pablo Neruda

“…No, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano”.


Pablo Neruda
(1904 - 1973)



Las Manos del Día

II
El Vacío



Y cómo se hace el Mar?
Yo no hice el mar:
lo encontré con sus salvajes
Oficinas,
lo hallé dispuesto a todo,
crepitante,
pacifico,
atlántico de plomo,
mediterráneo
teñido de anilina,
todo era blanco y hondo,
hirviente y permanente,
tenía olas, ovarios,
naves muertas,
latía
su organismo.

Lo medí entre las rocas
de la tierra asombrada
y dije, no lo hice,
no lo hice yo, ni nadie:
en ese nadie soy
un sirviente inservible,
como un molusco roto
por los dientes del mar.
No hice la sal dispersa
ni el viento coronado
por la racha que rompe la blancura
no, no hice la luz del agua ni el beso que estremece
la nave con sus labios de batalla,
ni las demoliciones de arena,
ni el movimiento que envolvió en silencio
a las ballenas y sus procreaciones.

Yo fui alejado
de estos infinitos:
ni un solo dedo de mis semejantes
tembló en el agua urgiendo la existencia
y vine a ser testigo
de la más tempestuosa soledad
sin más que ojos vacíos
que se llenaron de olas
Y que se cerrarán
en el vacío.



IV
Las Manos Negativa


Cuándo me vio ninguno
cortando tallos, aventando el trigo?
Quién soy, si no hice nada?
Cualquiera, hijo de Juan,
tocó caer algo
que entró como la llave
entra en la cerradura
y la tierra se abrió de par en par.

Yo no, no tuve tiempo,
ni enseñanza:
guardé las manos limpias
del cadáver urbano,
me despreció la grasa de las ruedas,
el barro inseparable de las costumbres
    claras
se fue a habitar sin mí las provincias
     silvestres:
la agricultura nunca se ocupó de mis libros
y sin tener qué hacer, perdido en las bodegas,
reconcentré mis pobres preocupaciones
hasta que no viví sino en las despedidas.

Adiós dije al aceite, sin conocer la oliva,
y al tonel, un milagro de la naturaleza,
dije también adiós porque no comprendía
cómo se hicieron tantas cosas sobre la tierra
sin el consentimiento de mis manos inútiles.



II
El Culpable


Me declaro culpable de no haber
hecho, con estas manos que me dieron,
una escoba.

Por qué no hice una escoba?

Por qué me dieron manos?

Para qué me sirvieron
si sólo vi el rumor del cereal,
si sólo tuve oídos para el viento
y no recogí el hilo
de la escoba,
verde aún en la tierra,
y no puse a secar los tallos tiernos
y no los pude unir
en un haz áureo
y no junté una caña de madera
a la falda amarilla
hasta dar una escoba a los caminos?

Así fue:
No sé cómo
se me pasó la vida
sin aprender, sin ver,
sin recoger y unir
Los elementos.

En esta hora no niego
que tuve tiempo,
tiempo,
pero no tuve manos
y así, cómo podía
aspirar con razón a la grandeza
si nunca fui capaz
hacer
una escoba,
una sola,
una?


Pablo Neruda / Documental


5 de septiembre de 2013 | By: Leonardo García.

Ludovico Silva

Empeñado en mi humanidad
como un obrero
trabajo sobre el yunque
duro, en puños de hierro, en soplete diabólico”.


Ludovico Silva
(1937 - 1988)


Del Libro:
TENEBRA


Entre Dios y el Demonio



Lo Importante


Más difícil que saber sobre las cosas vivas
es aprender hacia dónde va la vida.
¿Adónde irá a parar este amasijo volcánico
esta hervidumbre de cosas que están siendo
y que parece dejan de ser cada solsticio
cuando en aguas del mar calla la luna?
No me importa saber
si esos brazos que están llegando al mar
son de agua, lava, huesos o martirio;
lo importante es saber hacia dónde va la vida.
Todo lo que seamos
y cualquiera que sea nuestra porción de gloria
cabe en la mano enorme del futuro.

Mas si yo crezco a diario
con ramas en el tiempo sumergidas,
¿cómo no amar el agua y sus lentas criaturas,
sus monstruos incesantes, el lomo zodiacal de los meses,
la divertida celeridad de los días,
y los hombres, los hombres,
ese intenso milagro que nunca llega al mar?

Lo importante es saber hacia dónde
y no se puede viajar hacia dónde
si agua, lava, huesos o tristeza
no saben desde cuándo.




Palabras


Las palabras
giran
enloquecidas
anillos de esmeralda
cráneos de piedra
dolor.

Un círculo de fuego es algo
que gira en la conciencia.
un círculo de sangre
es un ojo que vive de la muerte.
Un círculo de oro es lo que brilla
en la mirada de Minerva.

Un círculo de hueso es un vocablo
dentro del gran poema de la Tierra.
¡Girar hasta la muerte,
interminablemente
como una duda en la memoria,
como un místico terremoto!

Veo una tempestad
y el cielo lleno
de demonios.




/ Ludovico Silva /