22 de diciembre de 2014 | By: Leonardo García.

Diana Arguinzones

“Pobre de aquellos que no ubicaron la cerradura,
los que ni siquiera sabían que había una llave,
ellos, jamás vieron un espejo, era lo absurdo
pues no tenían un rostro que ver”.


Diana Arguinzones


Diana Arguinzones
(Caracas, 1991)



Diana Arguinzones (Caracas, 1991) Artista Gráfica y escritora.
Estudiante de Letras de la UCV, entregada al Arte Pictórico
y a la música alternativa.


Textos Poéticos


El Bombardero Gris de la Pólvora

Lo único que me pertenece a parte de mi inaguantable torrente de cosas por pensar, decir y hacer. El Arte es mi casa, mi vida y mi ciego y frenético romance perenne. Lo pictórico, lo artesanal y lo escrito me ha sanado y ha sido lo más leal que he tenido desde que tengo uso de razón. La imaginación y las ideas siempre están aunque el mundo esté en pedazos girando en el terrible, efímero y bombardero gris de la pólvora.




¿Abandonar el arte?



Pinto.
Me duele la muñeca.
Pinto y escribo.
No aguanto el dolor de la mano izquierda.
Tecleo.
Empiezo a llorar mientras escucho,
esa canción no feliz;
sé que no es triste,
pero marca en mí,
una huella rasgada como la de mi muñeca.

Abandonar.
No es la primera vez que,
No es, no es.
¿Es la segunda quizá?
Para mí el arte es mi vida
y yo lo he querido abandonar.

Pinto. Nadie entiende.
Me duele la muñeca.
Esbozo con estilográfico una línea,
No soporto ya,
el dolor de la mano derecha.
En mi mente sigue incrustada en el muro,
allí donde la dejé hace 9 minutos.
Pinto y me duele.
Pinto y sana mi mente.
El cuerpo no importa ya.
¿Abandono el arte?
Si tiene sentido este pictórico respirar,
cuando de tregua el dolor,
el latir de mis muñecas,
seguiré pintando,
como opción de no abandonar
la vida.

Al menos un trazo más por hoy.




Somos la luz más tenue


Tengo un nuevo rostro, un nuevo demonio. La llave maestra, la que sabe abrir las puertas y la que me ha hecho escapar en cada agónica situación.

      El nuevo demonio se une a los otros con la sublime potencia de la orquesta, me toca una sensual melodía, me toca el alma y el cuerpo. Solo hay algo que puede hacerme recordar lo que estoy viviendo y eso se le puede llamar como a la luz de los tiempos antiguos: Renacimiento. Me visto con la luz de la humanidad y aún no conozco el desengaño, solo el encanto. La sombría pocilga de donde salen los poemas no se divisa ni en los sueños porque el exceso de luz ha borrado las siluetas, las letras, con la destructora iluminación que quiere desaparecer hasta el esbozo corpóreo que aún no se manifiesta.
        
       Tengo un rostro nuevo con el que juego como se me antoja... lo acaricio de la frente a las mejillas con el dorso de mi mano, temo besar su boca porque quizá el fuego de mi espíritu desfigure su sonrisa inocente. Soy un monstruo al querer poseerle con la furia de un animal mitológico. Siento furia al detenerme, al detener mi propia esencia para no raptar el rostro, su cuello, su cuerpo y todo lo que lo conecte a la humanidad. Siento que si lo hago lo privaré de probar la luz pero si no secuestro su existencia y la enredo a la mía la luz puede borrar su existir. Miento... el juego que manejo a mi antojo no existe, quiero besar y no puedo. Corro la cortina en la noche para absorber el aire lunar y el único rostro que puedo palpar es uno horroroso y desfigurado que me asusta de repente al tocar la ventana y despejar su vestidura.

        El rostro se me va, me he dado cuenta que ha sido un producto pero no sé si ha sido plenamente ilusorio. Siento que un ente dentro de mí quiere desmoronarse, no soy yo, mi cuerpo está perplejo, no sé qué es esto que siento.

        Mi demonio actual se burla de lo que he vivido y quiere manejarme a su antojo, sí, a mí. Soy tu blasfemia, esta revelación no es apta para tu millonaria religión, la sinceridad es una invaluable secta que posee los más sacrificados adeptos, exiliados y obligados a sentir el dolor de la verdad desde adentro y la recepción de aquellos a los que afecta. Todos, principalmente los afectados, hemos tenido un rostro y un demonio pero no todos han tenido la llave.

         Pobre de aquellos que ni siquiera pudieron encontrar la cerradura pues no encontraron la mitad del camino, la que los separaba de la revelación. Pobre de aquellos que no ubicaron la cerradura, los que ni siquiera sabían que había una llave, ellos, jamás vieron un espejo, era lo absurdo pues no tenían un rostro que ver.




Pain-t



Cierra los ojos y sigue
la lágrima que corre libremente,
detenla en tus manos y dile
 que se quede,
que con polvos de acuarela de mezcle...

... Porque el dolor oprime,
porque el dolor es otro ser,
porque solos somos duros,
y la tinta también sabe llorar.

Abre los ojos y ríe,
no te obligues a ninguna razón,
somos frascos esperando en suspenso
el sabor, el olor y el color.



Ojos de Infierno


Así conocí nuevamente el amor: Estaba pensando en que todo valía mierda y fue cuando mi entrega a la desidia existencial se aprovechó de mí. Vi esos ojos, los que se encontraron conmigo entre la multitud, en la locura del sonido perdido que absorbía mis ideas.  Seas quien seas, ojos de infierno. Gracias.