7 de octubre de 2012 | By: Leonardo García.

Conde de Lautréamont


...Adiós, anciano, y piensa en mí
si me has leído.

Isidore Lucien Ducasse
(1846-1870)


Los Cantos
de Maldoror
(1869)

No te fíes de él cuando vuelve la espalda,
pues te mira; no te fíes de él cuando cierra los ojos,
pues sigue mirándote.


Canto II
(Fragmento)


Desde entonces, cuántos proyectos enérgicos, cuántas simpatías que creí haber grabado en las páginas de mi corazón, como en el mármol, han ido borrando lentamente, de mi razón desengañada, sus líneas configurativas, como el alba naciente borra las sombras de la noche. Desde entonces, he visto a la muerte, con la intención, visible a simple vista, de poblar las tumbas, asolar los campos de batalla, abonados con sangre humana, y hacer brotar flores matutinas sobre las fúnebres osamentas.

Desde entonces, he asistido a las revoluciones de nuestro globo; los terremotos, los volcanes con su inflamada lava, el simún del desierto y los naufragios de la tempestad han tenido mi presencia como espectador impasible. Desde entonces, he visto varias generaciones humanas elevando, por la mañana, sus alas y sus ojos al espacio, con la inexperta alegría de la crisálida que saluda su última metamorfosis, y muriendo al atardecer antes de la puesta del sol, con la cabeza inclinada, como flores marchitas agitadas por el soplo quejumbroso del viento. Pero vosotras seguís siendo siempre las mismas. Ningún cambio, ningún aire apestado roza las rocas escarpadas y los inmensos valles de vuestra identidad.

Vuestras modestas pirámides durarán más que las pirámides de Egipto, hormigueros levantados por la estupidez y la esclavitud. El fin de los siglos verá, de pie todavía sobre las ruinas de los tiempos, vuestras cifras cabalísticas, vuestras ecuaciones lacónicas y vuestras líneas esculturales tronando a la diestra vengativa del Todopoderoso, mientras las estrellas se hundirán, con desesperación, como trombas, en la eternidad de una noche horrible y universal, y la humanidad, llena de muecas, pensará en arreglar sus cuentas con el juicio final.


Poesías
(1870)

***

Los gemidos poéticos de este siglo no son más
que sofismas.


***

Acepto a Eurípides y a Sófocles; pero no acepto
a Esquilo.


***

No existen dos clases de poesía; sólo existe una.


***


No dejaré Memorias. La poesía no es la tempestad, ni
tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y fértil.


***


Una máxima, para estar bien hecha, no necesita corrección.
Necesita que se la desarrolle.


***


Los hombres que no se baten en duelo creen que los que se
baten en duelo a muerte son valerosos.



***


El escritor, sin separar una de otra, puede indicar la ley que
rige cada una de sus poesías.


***


El fenómeno pasa. Busco las leyes.


***


Existe una lógica para la poesía. No es la misma que la
de la filosofía. Los filósofos no son tanto como los poetas. Los
poetas tienen derecho a considerarse por encima de los filósofos.


Portada de "Los Cantos de Maldoror"
edición de 1890, por León Genonceaux.


Nota: los textos fueron extraídos del libro
 "Los Cantos de Maldoror"
Ediciones SED DE BELLEZA
2006.


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